martes, 22 de mayo de 2012

El caso de la rubia platino

Según mi forma de entender la música cada canción debería contar una historia. De hecho si no me cuenta nada, esa canción no me gusta. Por supuesto, la música que acompaña a esa letra debe ser una ambientación precisa de la historia que se quiere transmitir, la banda sonora del guión que sería la letra.

A veces, me gusta cerrar los ojos mientras escucho ese tipo de canción y me imagino a sus personajes igual que lo haría en un libro. Para el autor es una labor dificil, hay que tener en cuenta que en una canción comercial de entre tres y cinco minutos con sus partes instrumentales y sus estribillos es sumamente laborioso introducir una historia con personajes, introducción, nudo y desenlace, y que además funcione. Sin embargo, creo que en España tenemos al genio universal capaz de incluir en sus canciones verdaderas y míticas tramas como, en mi opinión, nadie más ha conseguido hacerlo. Me refiero a Joaquín Sabina.

Podría exponer una gran cantidad de ejemplos de cualquiera de sus discos: "Pacto de caballeros", "Peor para el sol", "Y nos dieron las diez", "Y si amanece por fin"... Pero me voy a quedar con "El caso de la rubia platino" de su disco "19 días y 500 noches" (tema que también valdría como ejemplo).

"Me adelantó un talón de setecientas,
más gastos, sin contar otras quinientas
en fichas del casino,
mi último tren llegaba con retraso,
así que decidí aceptar el caso
de la rubia platino.

Yo era un huele-braguetas sin licencia,
quemado en la secreta por tenencia,
extorsión y líos de faldas,
estaba, como buen ex-policía,
a sueldo de un pez gordo, que sabia
cubrirse las espaldas.

Ninguna zorra vale ese dinero,
pensé, mientras dejaba mi sombrero
nuevo en el guardarropa,
cantaba regular, pero movía
el culo, con un swing, que derretía
el hielo de las copas.

Cuando salió, por fin, del reservado,
sentí que las campanas del pasado
repicaban a duelo,
la última vez que oí esa melodía
me recetaron tres años y un día,
más IVA, en la Modelo.

Para jugar al Black Jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo
es igual que pretender envidar,
con un farol, al futuro,
no por casualidad
me temen en los casinos,
me daban diez de los grandes por el caso
de la rubia platino.

Los besos que te dan las chicas malas
salen más caros cuando los regalan
y huelen a fracaso,
pero el croupier me echaba cartas buenas
y la rubia platino era morena
y el caso era un gran caso.

En un bistró, del puerto de Marsella
nos fuimos demorando, entre botella
y botella de Oporto:
-”Los que pusieron precio a tu cabeza-
le dije exagerando su belleza,
- se habían quedado cortos”-

Puede que me estuviera enamorando,
porque, antes del café, cambié de bando,
de hotel y de sombrero.
Mi viejo puso un cuarto, con dos camas,
fingiendo que la dama era una dama
y su hijo un caballero.

Ni siquiera, señores del jurado,
padezco, como alega mi abogado,
locura transitoria.
Disparé al corazón que yo quería,
con premeditación, alevosía
y más pena que gloria.

Para jugar al Black Jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo
es igual que pretender envidar,
con un farol, al futuro,
no por casualidad
me temen en los casinos,
diez de los grandes por seguirle, los pasos,
a la rubia platino.

Para volver a ser alguien, en el ambiente,
necesitaba un par de buenos clientes,
algo para mis vicios y un despacho decente,
no dan para comer las putas del barrio chino,
todos los lunes no me encargan el caso
de la rubia platino.

Para no ser un cadáver, en el tranvía,
aparte de tener gramática parda
hay que saber, que las faldas, son una lotería;
con luz de gas brilló mi lámpara de Aladino…
me daban diez de los grandes
por el caso de la rubia platino."

La letra es íntegra de Joaquín y la música es de Alejo Stivel, Berro y el propio Joaquín Sabina. Esta vez he puesto la letra entera porque me parece perfecta en su totalidad. Puedes imaginar al típico detective privado de película de cine negro embelesado por la mujer fatal que le acaba volviéndo contra el mafioso para el que trabaja. Es increíble. Y todo en menos de cinco minutos de canción. Lo mejor es que si lo piensas, se podría hacer una película de más de dos horas con el argumento de la canción. Un puto genio.



jueves, 17 de mayo de 2012

Working Class Hero

Sólo hay que mirar a nuestro alrededor un ligero instante para ver hasta que punto nos hemos adentrado en el remolino del inhodoro que nos rodea. Echándo un ojo a los periódicos, a los noticiarios, a nuestras familias o incluso a nosotros mismos podemos comprobar cómo la mierda nos arremete en espiral y hemos llegado a un punto de no retorno en el que la marea de este water que es nuestro actual y vigente sistema sociopolítico nos arrastra sin remordimientos hacia el sumidero. Es un momento en el que no puedo dejar de pensar que tal vez Nietzsche tenía razón cuando decía aquello de "Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti."

Hemos llegado a nuestra actual situación por puta codicia. Queríamos el pack completo, siempre estar más arriba, y de tanto subir nos hemos acabado cayendo, y no hemos terminado. Hace más de 300 años, primero con los gremios y más tarde con los sindicatos, que se empezo a luchar por derechos que aquí en nuestro país nos arrebatan cada viernes por decreto. Pero lo peor es que nos lo merecemos, porque lo que se tardó en conseguir en cientos de años, en apenas los últimos quince años lo hemos tirado por la borda por querer convertirnos en aquello contra lo que deberíamos haber luchado y tantos otros antes que nosotros lo hicieron. Hemos querido transformanos en algo que no eramos, nos hemos endeudado hasta el cuello para hacerlo -ellos no lo necesitaban- y cuando se ha acabado la cuerda, nos hemos dado cuenta que la teníamos atada al cuello. Divertido ¿no? Si miras hacia abajo los pies que cuelgan son los tuyos, capullo. Mira tu nómina, ¿eres tú el que paga o el que cobra? Le has dado tu voto a quien defiende al que te paga. ¿De verdad creías que te iba a solucionar la vida? ¿Qué te la iba a facilitar?

Y mientras pensaba en todo esto una estrofa me venía a la cabeza.

"There's room at the top they're telling you still
but first you must learn how to smile as you kill,
if you want to be like the folks on the hill.
A working class hero is something to be.
If you want to be a hero well just follow me."

"Hay una despacho en la cima donde te dicen que puedes estar,
pero primero debes aprender a sonreir de la misma forma que a matar
si quiere ser como los de ahí arriba.
Un héroe de clase obrera es algo que admirar.
Si quiere ser un héroe, bien, sigueme."

Es la última estrofa de la canción "Working Class Hero" de John Lennon, no llega a cuatro minutos, una voz llena de rabia acompañada por una guitarra acústica, toda ella claramente influida por Bob Dylan; dejándo constancia de los problemas sociales que vivió desde su más tierna infancia en Liverpool, y dando una única solución: la lucha, el inconformismo.

Supongo en que todavía no he perdido la fe en que en algún momento estemos dispuestos a levantarnos e intentar cambiar todo lo malo que nos rodea. Si ese día nos llega, tal vez, y sólo tal vez seamos dignos de admiración.