miércoles, 20 de junio de 2012

Y el punk llegó a mi vida (esos descubrimientos entre teloneros)

La suerte que tiene ser un aficionado de la música en directo es que a veces, mientras esperas ansioso el concierto del grupo que de verdad querías ver, descubres una banda que te puede llegar a gustar tanto como el cabeza de cartel.

Diez de septiembre de 2004. Para un fan de Guns N' Roses como yo que por edad no había tenido la suerte de vivirlos en directo, poder asistir a un concierto de Velvet Revolver con Slash, Duff McKagan y Matt Sorum, era poco menos que tocar el cielo con las manos.

Había comprado la entrada un par de meses antes en el ya extinto y mítico Madrid Rock (ahora creo que hay un Bershka, dónde va a parar). Por toda la tienda de discos había colgados carteles que anunciaban que el mismo día del concierto a las 17:00 estarían firmando CD's Slash, Duff y Matt. Finalmente Matt Sorum no acudió, supongo que por evitar eclipsar la imagen de Velvet Revolver con la presencia única de los tres ex-Guns N' Roses, y en su lugar se presentó Dave Kushner. Estábamos tan excitados porque Slash nos pudiera firmar un CD que mi colega Isaac y yo nos pusimos a hacer cola a las 14:00 con sólo unas diez por personas delante nuestra y un par de seguratas controlando la fila para evitar disturbios. Acabamos consiguiendo las firmas y nos fuimos directamente a La Riviera para disfrutar del concierto lo más cerca que pudiésemos.

Estoy convencido que para aquel concierto se vendieron más entradas del aforo legalmente permitido. Quedaba más de una hora para que empezara Velvet Revolver y literalmente no cabía un alfiler. Era imposible moverse, estábamos imbuidos dentro de una marea humana, y la palabra marea es muy explícita puesto que la sensación era la misma que cuando estás dentro del mar zarandeándote por oleadas que no puedes controlar. El calor era asfixiante. Faltaba el aire. Pero íbamos a ver a Slash, valía la pena.

De repente se apagaron las luces, y como si no estuvieramos a más de treinta grados de temperatura salieron al escenario cuatro tíos ataviados con abrigos hasta los pies y con una energía que puso a toda la sala a botar. Esos cuatro locos eran Nick Borg, Dregen, Johan Blomqvist y Peder Carlsson, los Backyard Babies.

Nunca antes había oído hablar de ellos, pero tenían un sonido bestial y sabían transmitirlo. No tardaron en quitarse los abrigos para dejar a la vista sus torsos y brazos repletos de tatuajes. Estaban presentando "Stockholm Syndrome" su disco más laureado hasta la fecha. Cumplieron con creces su papel y calentaron el ambiente hasta la salida de Velvet Revolver. Al día siguiente ya tenía "Stockholm Syndrome" en mis manos.



Ocho años después Backyard Babies es uno de mis grupos de referencia. Es rara la semana que no me ponga alguno de sus CD's. Puedo decir que he escuchado más su discografía que los dos únicos discos de Velvet Revolver. Volví a verlos en Joy Eslava en 2010, esta vez en primera fila, frente a Johan, el bajista, y volvieron a estar muchísmimo más que a la altura. Gracias a ellos el Punk llegó a mi vida.

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